Como periodista, me ha tocado ser observadora y canal de información de un sinfín de historias que se han tejido durante la contingencia, solo puedo decir que a quienes he entrevistado, son una voz llena de resiliencia, cargada de pasión de manos de las maestras cerveceras.

Por María Olmedo

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Hace siete años llegue a una ciudad nueva con las intenciones de estudiar una carrera que sonaba bien extraña para la mayoría de las personas, hasta para mí. Les estoy hablando de la biotecnología. Esta disciplina se encuentra en la modalidad de ingeniería y de licenciatura, pero ambas convergen en un objetivo común: la aplicación del conocimiento de los organismos vivos para el desarrollo humano. Vaya, estoy sorprendida de haber logrado sintetizar de una forma tan simple todo lo que implica esta bella carrera del área de las ciencias biológicas y de la salud.</p> <p>Cuando ingresé, inmediatamente me di cuenta de la complejidad que implicaba tan solo conocer un solo tipo de seres vivos, todos los factores que influían en su desarrollo, reproducción, supervivencia... Era inmenso, escalofriante y maravilloso. Por supuesto, todo esto tenía que verse complementado por el desarrollo humano, la formación bioética y la consciencia de las consecuencias que implica cualquier cambio o modificación en un entorno natural a causa de la intervención humana. No me puedo quejar, nos dejaron en claro que jamás debíamos tratar de influir más allá de lo necesario en el equilibrio ecosistémico nos ofrece. Y dónde encontrar el límite de lo que se considera necesario.<br /> Ahora bien, algo que destaca es la diferenciación que existe entre la llamada biotecnología clásica y la moderna. Quizás ustedes no lo tengan tan grabado a sangre y fuego, pero resulta que la biotecnología está presente en la historia desde los inicios de la humanidad y se divide básicamente en antes y después de la revolución en la industria de las fermentaciones a mediados de los 80s, cuando comenzaron a utilizarse microorganismos modificados genéticamente para producir compuestos como la insulina a gran escala y con alta especificidad para el ser humano, ya que anteriormente se obtenía del páncreas del cerdo. Este alto impacto en la industria farmacéutica y alimentaria, causó la llamada revolución biotecnológica. Y aquí es dónde se viene lo relevante, ya que en la industria cervecera podemos conjugar ambas eras a través del arte de elaborar cervezas únicas. Y te preguntarás ¿Dónde puedo apreciarlo?, bueno, desde el momento en que activas la levadura, previamente seleccionada para su utilización en cervecería, un ser vivo que introducirás al mosto y acondicionarás para que te de los resultados esperados. Ahí podemos observar un fenómeno natural pero súper interesante llamado fermentación, que puede ser modificada en su totalidad tan solo por un factor que sea diferente a la vez anterior, como la temperatura o la presión. Aquí es donde sale el espíritu científico a veces<br /> disfrazado de plegarias “¿en qué me equivoque diosito?” y debemos buscar nuestras bitácoras y revisar qué hicimos distinto. Y bueno, la biotecnología se encargará de explicarnos exactamente que fundamento biológico, bioquímico e incluso genético es el que pudo haber causado aquel acierto o error en la producción de una cerveza de calidad.

Existe un universo infinito de posibilidades que la biotecnología puede ofrecer en el desarrollo de la industria de la cervecería artesanal mexicana, impulsando su crecimiento desde la aportación de conocimiento en ciencia básica hasta la aplicación en la producción de grandes lotes para comercialización en el extranjero. Y eso a ti, querido cervecero, quizás te interese conocer en las siguientes entradas a este nuevo espacio que Adelitas compartirá contigo.

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Biotecnología y cerveza