Por: Carmen Olmedo

La esencia de la cerveza, surge a partir de la integración de cuatro ingredientes que se encuentran disponibles en la naturaleza. Cada uno de ellos, llega a la cervecería a través de una ruta de comercio y distribución hídrica, pero su origen se remonta a los campos y ríos que atraviesan nuestro país o algún país extranjero. Si nos detenemos un momento a observar, notaremos que todo nuestro proceso se vuelve más costoso, conforme más lejos se encuentre ese recurso necesario para su producción, pues debemos considerar gastos extra de transporte y almacenamiento. Ni hablar de los equipos especializados en tratamiento de agua.

  Una de las cuestiones que más me preocupa como cervecera y emprendedora es el impacto medioambiental que genera nuestro trabajo. Hace unos seis años, tuve mi primer acercamiento a la elaboración de cerveza a nivel casero y desde ese momento, una de mis observaciones fue la cantidad de agua que se utiliza para la producción de tan solo 18 litros finales ¡me pareció un derroche de recursos! Inmersa en este mundo, me di cuenta lo poco accesible que resulta la disposición de nuestros desechos, pero también de todas las oportunidades que existen para el manejo adecuado de los mismos. Materia orgánica que puede volver al suelo o ser aprovechada para la elaboración de pan, galletas, jabones…  

Actualmente, nos encontramos atravesando una crisis sanitaria, con nuestras esperanzas concentradas en el desarrollo de vacunas y tratamientos para poder continuar con nuestras actividades y desarrollarlas de forma “normal”; restablecer la economía se ha convertido en la misión de un mundo sacudido por eventos ¿inesperados?

La realidad es que el tema de una pandemia surgida a partir de la transmisión de enfermedades entre especies animales (zoonosis)  se ha venido discutiendo por la comunidad científica por lo menos desde hace un par de décadas. Artículos, informes, documentales, cine, literatura. Diversos medios utilizados con la intención de divulgar y que, sin embargo, son eclipsados por el mercado intentando a toda costa mantener prácticas de comercio insostenible. Las crisis ambientales y, en consecuencia, sanitarias,no surgen de un día para otro, son la consecuencia tangible de un daño crónico que no ha ido más que en aumento. 

Existen diversos proyectos en cervecerías mexicanas y latinoamericanas, en todas las formas y escala que nos dan el ejemplo de que es posible llevar un manejo ambiental adecuado a nuestro entorno, considerando el equilibrio de cada ecosistema en particular, desde políticas de Basura Cero como en Cervecería Madrina, reciclaje de botellas en Cervecería de Colima o captación de agua de lluvia en Cervecería Cholula, hasta proyectos a gran escala que pretenden regresarle vida a la Tierra por medio de reforestaciones masivas utilizando el bagazo de la malta como composta o la disminución de gases de efecto invernadero. 

A pesar de que extrañamos a sobremanera los festivales de cerveza, añoramos nuestro taproom preferido o la nostalgia nos invade cuando vemos nuestras antiguas fotos sin cubrebocas, es la oportunidad perfecta de reflexionar sobre cuál será nuestra postura en cuanto al manejo de recursos y nuestra interacción con la naturaleza como integrantes de cualquier proyecto cervecero, a cualquier nivel y escala. Y no solo eso, también la oportunidad perfecta para reconocer que, desde que inició la pandemia y el cubrebocas e higiene son obligatorios muchos lotes de cerveza se han salvado de un suspiro que las separa de un lote sano.

Entonces solo me queda concluir con una pregunta que invita a la reflexión del diseño de nuestros procesos ¿Debería ser un tema primordial  el medio ambiente para todas las cervecerías?